Akodo Sukoyomi era su nombre...
Como todos los visitante y con mucho respeto entro en el lugar, en aquel momento solo pudo ver una única mesa disponible, se acerco sin temor a ella y tomo un puesto. Una sonrisa le dio la bienvenida ofreciendole té y pastelillos de viaje.
El polvo del camino le incomodaba un poco, sus pesados ropajes de Shugenja no eran tan cómodos para largos viajes como todo el mundo pensaba, o era que acumularon tanta tierra del camino que ya pesaba un kilo o dos más. No, realmente los viajes tan largos no eran para una Isawa como ella.
Su gran esperanza era llegar antes de desfallecer hacia aquel edificio lejano que parecía una posada, allí podría dar un descanso a su fragil cuerpo y dejar de pensar que había gente detrás de aquel oscuro secreto que guardaba a cal y canto.
Una vez dentro de la posada, con algo de resquemor se sentó frente a un samurai que parecia del Clan León, al parecer solo, absorto en dirigir las batallas en su mente. Él solo le dirigio una mirada y una pequeña reverencia de respeto por sus ropajes shugenja.
Entonces frente a frente en el camino se encontraron otros dos viajeros, una muchacha de cabello blanco y finos modales y un cazarrecompensas con cierto aroma a mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario